Son días extraños, con la primavera a punto de llegar y esa sensación de incertidumbre, de no salir de nuestro asombro ante lo que está sucediendo en el mundo, de sentir que las flores no tendrán los colores de siempre.
Hace tiempo me dijeron que había llegado el tiempo de ser amor en vez de lucha, en todos los asuntos, dejar de luchar, de dejar de estar a favor de estar en contra, de abrir el corazón y dejar que la fuerza del amor lo invadiera absolutamente todo porque no hay nada más poderoso que eso.
Pero el gran reto para que eso sea una realidad, sigue siendo nuestro amienemigo el ego.
Amigo porque nos permite experimentar la individualidad, porque dibuja los bordes que me separan del otro para poder acoger lo que es mi aprendizaje, lo que me sostiene y lo de debo soltar.
Enemigo porque me lleva a pensar que sólo existo yo, que el mundo habla y vibra en primera persona, que todo es blanco o negro, que el mundo me agrede, que el otro está contra mí.
Que yo sé cual es la verdad, que tengo la razón, una única razón, la mía.
Enemigo porque me enajena, me desconecta de lo que en realidad soy, un alma viviendo una experiencia humana, un fractal de algo mucho más grande, donde desdibujarse y fundirse con el otro, es justo lo que le da sentido a todo este viaje.
Un uno conectado al Todo.
Difícil equilibrio, entre el personaje y la esencia, es cómo ser un funambulista, siempre en la cuerda floja.
Son tiempos de pensar con que partes de mi sigo en guerra, contra que sigo luchando, donde mi ego no me deja espacio para ser libre y se convierte en mi peor enemigo.
Porque solo desde mi paz, puedo aportar paz al mundo del que formo parte.
Desde aquí envío amor y paz a todos los rincones de este planeta en los que aun hay lucha, a cada uno de esos corazones, les envío un soplo del amor del que están hechas todas las cosas en este Universo, para ayudarles a recordar aunque sea por un instante, que somos uno.
Cierra los ojos y envía este soplo de amor conmigo, quizá el efecto mariposa obre un milagro.
Y así cada día, sólo por un instante, hasta que de pronto sea como respirar, y salga solo.
Gracias por estar, gracias por tu amor, gracias por ser.